Barriada modesta, gente de trabajo. Calles sin pavimentar, que levantaban polvareda cuando el picado de barrio se daba cita. No había cristal sano de ventana ni cancel. Almagro, Boedo, eran bañados, lomas, baldíos, hornos de ladrillos, chacras o sembrados, que recorrían los muchachos apasionados del fútbol como tierra conquistada. Finalizaba el año 1907 y ellos, se hicieron dueños de la situación, en México y Treinta y Tres, alrededor del antiguo oratorio de San Antonio. Ante ese ambiente áspero, crudo, semi-primitivo... la juventud, la infancia feliz que retozaba en el cuerpo, tantas energías en potencia, movió a aquellos pequeños precursores a unirse, para tentar una traviesa y hermosa aventura.
Calle Treinta y Tres, entre México y Agrelo, con la nostalgia pintoresca de alguien, que no devolvía la pelota o del dueño del negocio que salía a espantarlos en previsión de algún vidrio roto por un pelotazo. Allí, el puñado de purretes tenían fe de visionarios sin saberlo. Y cansados de jugar bajo la amenaza policial o la paliza paterna, un día resolvieron fundar su club: “Los Forzosos de Almagro”, que suponía contar mucha fuerza y que para vencerlos, los adversarios “se tenían que romper todo”. Una noche, alumbrados por la luz del farol a kerosene, juramentaron fidelidad a la denominación y que apareciese al día siguiente en todas las paredes del barrio, “Los Forzosos de Almagro” desafían...
Un muchacho de gran corazón, que gozaba de singular simpatía y respeto, capitaneaba esas ilusiones que variaban de 12 a 16 años y que estaban unidas por el deseo de jugar y ganar: Federico Monti. A él, le otorgaron el cargo más difícil: tesorero. Era considerado como el hermano mayor de todos, el responsable. Hasta donó camisetas color borravino, con puños y cuellos blancos, lavadas en diferentes oportunidades por su señora madre. Nada los arredra, desafiaron el peligro con varonil coraje, no conocían el miedo. Incluso, una serie de triunfos terminantes, fueron confirmando cierta calidad y poderío, que los hizo pensar en organizarse formalmente.
Era imprescindible disponer de una cancha, un terreno y jugar con arcos. Cansados estaban de las cuatro latas que no llenaban necesidades y eran motivo de discusiones por los remates altos y los que pasaban por encima de los “tachos”. El Padre Lorenzo Massa presenciaba cada partido y una incidencia callejera, la cual pudo traer graves consecuencias, se tornó providencial parta que “Los Forzosos de Almagro” tuvieran su cancha con arcos. Juan Abbondanza, jugador destacado a partir de la velocidad, en uno de los tantos piques, no observó la proximidad del tranvía 27 y fue a dar contra él. La pericia del conductor que frenó la marcha, hizo que la situación no pasara de un susto.
Allí, el Padre Massa llamó a Luis Gianella y le preguntó por “el jefe de la muchachada”, recibiendo de respuesta: “carbuña”, en referencia a Federico Monti, que salía de un negocio, cargando una bolsa de carbón. Le comentó lo sucedido, le explicó los graves inconvenientes de jugar en la calle y les ofreció el terreno del oratorio San Antonio a cambio de asistir a catecismo y a misa. Consternado por lo sucedido, aceptó. Así, en menos de una semana, “Los Forzosos de Almagro” recibieron una cancha limpia y lisa con arcos, tras ser debidamente acondicionada, dado que el campo mostraba innumerables desniveles más una cantidad importante de escombros.
Un domingo, al terminar uno de los tantos partidos, Antonio Scaramusso, se presentó frente al Padre Lorenzo Massa y le solicitó la posibilidad de utilizar un aula, a fin de realizar la Asamblea del club. “¿ Asamblea del Club ? ¿ Y donde están los socios ?”, preguntó el sacerdote. “Estamos todos aquí”, le contestó Federico Monti. Entonces, el sacerdote les concedió el lugar que servía de grado para los alumnos de la Capilla. Aunque les consultó –de curiosidad- cual resultaba su punto de reunión habitual. Y Scaramusso, que lo invitó a participar de la sesión, le contó que “generalmente lo hacemos en la esquina o en la puerta de casa. Ahí, nos sentamos y deliberamos”.
Al iniciarse la Asamblea, el Secretario lee el acta anterior. “Buenos Aires, 1º de abril de 1908, reunidos en Asamblea los integrantes del club de Los Forzosos de Almagro”... “ ¿Cómo? ¿ Que quiere decir eso de Forzosos ?”, interrumpió el Padre Massa. “Quiere decir que estamos todos dispuestos a ganar siempre, que queremos dar muestra de pujanza y que no admitimos rivales en el fútbol”, replicó Scaramusso. No obstante, el salesiano insistió y les convenció de qué modificaran el nombre. Fueron propuestos varios, “El invencible”, “Cestos y Canastas”, “El Centinela de Quito”, “El Almagreño”, “Almagro”, “Río de la Plata”... Hasta Gianella, que intentaba convencer a Monti del cambio, sugirió llamarlo “Lorenzo Massa”.
Entonces, el alma mater de la muchachada, Federico Monti, expresó: “No acepto que se le quiten las palabras `de Almagro´, porque somos de Almagro. Y si el Padre paga la compostura del sello, cámbienle el nombre, pero debe quedar ´de Almagro´. Sino, yo no acepto y me retiro”. Así, se propone el nombre de “San Lorenzo de Almagro”, en homenaje al Padre Lorenzo Massa. Pero el sacerdote exhortó a que adoptaran “el título en honor del santo, cuyo martirio debe ser digno del recuerdo de los cristianos, y también del primer combate de las fuerzas patriotas, que todo buen argentino debe perpetuar para la gloria de nuestra patria”. Así, la Asamblea por unanimidad, adopta la nueva denominación del club.
De esta manera, se procedió a la designación de la primera Comisión Directiva, con Antonio Scaramusso como presidente, Luis Manara de Secretario, Federico Monti de Tesorero y todos los socios jugadores oficiando de vocales. Recordó luego, el Padre Massa, que en uno de sus armarios guardaba una cantidad de camisetas azulgranas, y se las obsequió. Hasta les escribió una carta, donde manifestó que “doy mi conformidad, si ella fuera necesaria, para que el nuevo nombre de este club, sea desde hoy ´San Lorenzo de Almagro´... Imitando el valor y la constancia de San Lorenzo martír, podrá este nuevo club conseguir y afianzar su posición que lo destaquen entre sus similares”. Y a partir de dicho instante, así sucedió
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